Un grupo de 78 agricultores interpone una reclamación al IVIA para que les indemnice por el fiasco de las mandarinas Safor y Garbí
Valencia, 30 de julio de 2018. Un grupo compuesto por 78 agricultores, víctimas todos ellos del desastroso rendimiento ofrecido por las variedades de mandarina Safor y Garbí, se ha dirigido mediante un escrito a la entidad obtentora de dichas variedades: el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), organismo adscrito a la Generalitat, con el objeto de reclamarle el pago de indemnizaciones compensatorias. La demanda de los productores afectados por el fiasco que han supuesto la Safor y Garbí se está canalizando a través de la Asociación de Operadores de Variedades Vegetales (ASOVAV).
La cronología de los hechos denunciados se remonta a 2008, cuando el IVIA sacó al mercado esas dos nuevas variedades de mandarina presentándolas a los agricultores como un gran logro, como una de las obtenciones «estrella» del centro investigador, y difundió sus supuestas virtudes a través de un total de 38 conferencias dirigidas al sector citrícola, así como mediante cursos y charlas en congresos nacionales e internacionales. Sin embargo, en la campaña 2012/13, es decir, cuando los plantones vendidos comenzaron a entrar en producción, los resultados obtenidos se encontraban en las antípodas de las bondades anunciadas por el IVIA. Tanto es así, que los frutos de Safor y Garbí presentaban, de manera generalizada, fisiopatías en la piel de tal gravedad que hacían inviable su comercialización. Desde entonces, esa situación no ha dejado de repetirse y agravarse.
Un estudio encargado por ASOVAV al doctor ingeniero agrónomo del departamento de producción vegetal y microbiología de la Universidad Miguel Hernández, Agustín Conesa, y que se menciona en el escrito de reclamación dirigido al IVIA, no deja lugar a dudas sobre la magnitud del problema: «el porcentaje medio de los frutos afectados fue del 29,8%. En 23 de las muestras el porcentaje fue superior al 35%. Con estos valores no es viable económicamente realizar la recolección y posterior destrío en almacén».
Desde la salida al mercado de estas nuevas variedades se han comercializado casi 600.000 plantones de las mismas -412.357 de Safor y 174.394 de Garbí-, y la imposibilidad de obtener resultados mínimamente satisfactorios con ellas está llevando a decenas de agricultores que decidieron apostar por las mismas, atraídos por las expectativas favorables que despertó el IVIA, a talar o reinjertar los árboles.
Hasta el momento, la reacción del instituto investigador, dependiente de la conselleria de Agricultura, no ha sido otra que la de eludir sus responsabilidades argumentando que esas fisiopatías en la piel no se produjeron durante la fase de experimentación y desarrollo de las nuevas variedades y aludiendo también a las condiciones climáticas como posible causa.
Ante esta actitud, los agricultores demandantes señalan en su escrito dirigido al IVIA que «la puesta a disposición de estas variedades ha adolecido de una falta de información previa de sus características que ha provocado una decisión equivocada sobre su plantación, lo cual ha ocasionado a los adquirientes daños cuantiosos e irreparables», al tiempo que recuerda que «es obligación de los obtentores de cualquier variedad vegetal estudiarla suficientemente con carácter previo antes de su comercialización». Los afectados entienden que el IVIA tiene la obligación «legal y moral» de sentarse a negociar con ellos el pago de indemnizaciones compensatorias, ya que en caso contrario, y si no se alcanza un acuerdo con el instituto, se recurrirá a la vía judicial para interponer una demanda.
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